«No existe identidad plena sin pertenencia a un pueblo. Por eso nadie se salva solo, como individuo aislado, sino que Dios nos atrae tomando en cuenta la compleja trama de relaciones interpersonales que se establecen en la comunidad humana: Dios quiso entrar en una dinámica popular, en la dinámica de un pueblo. «
Gaudete et exsultate, exhortación apostólica sobre la santidad en el mundo actual, n. 125
«Hay momentos duros, tiempos de cruz, pero nada puede destruir la alegría sobrenatural, que «se adapta y se transforma, y siempre permanece al menos como un brote de luz que nace de la certeza personal de ser infinitamente amado, más allá de todo».Es una seguridad interior, una serenidad esperanzada que brinda una satisfacción espiritual incomprensible para los parámetros mundanos.»
Gaudete et exsultate, exhortación apostólica sobre la santidad en el mundo actual, n. 125
Diego divide las opiniones, pero la unidad del pueblo en torno a su figura y el amor que le profesa, prevalece.
Maradona puede encuadrar o desentonar en uno u otro espacio, pero en el tiempo, Diego siempre supera y trasciende.
Podemos agarrarnos de uno u otro aspecto del Diez, pero el conjunto de sus muchas vidas, que es la compilación de todas sus caídas y facetas, es superior.
Pueden tener muchas ideas respecto al jugador, pero su vida se impone como tragedia y maravilla, y sobre todo como alegría efectiva. Realidad incontestable.
#FF (cfr. Evangelii Gaudium 222-237)
No podía ser el Papa solo. Tenía que ser Francisco en un encuentro. Factorear a alguien es ponerlo en relación.
Con lo nuestro. Con nosotros.
La alternativa era el Papa de Roma tomando un mate de acá. El mate era una manera. Bebida basada en el compartir. Gesto.
Pero no se trataba nada más que de lo autóctono o lo característico. Imágenes del Papa con otros no faltan. Pero tenía que ser con alguien que nos representara fuerte.
Hay abrazos más obvios, más tranquilos, más lineales. Abrazos tranquilizadores o esperables.
Entonces, un encuentro representativo pero también, tenía que ser, un abrazo con algo inquieto.
Algo nuestro. Algo trascendente. Algo fuerte.
Pero también que no pasara como algo más: que movilizara, invitara y provocara.
Por todo eso, Francisco y el Diego.
ABRAZO DE GOL
El Papa con lo nuestro: la argentinidad. El abrazo de dos argentinos universales. Y el abrazo con un toque de ironía y mística.
Cada pueblo tiene héroes, referentes, ídolos. Pero un pueblo que tenga un Papa y uno al que llaman D10s, hay pocos.
¿Quien se reporta con quién? Hay una jerarquía enredada. Un guiño, una gambeta a la lógica. No hubo que inventarlo. El encuentro de 40 minutos entre el Papa de Roma y Buenos Aires y el Dios de Fiorito y Nápoles, ya estaba disponible. “Es demasiado” le dirían a cualquier guionista.
Esa cumbre celestial y arrabalera, es casi una alegoría de las de Dolina. Una imagen de esas fileteadas que podría adornar un bondi que va por Rivadavia hasta Cañuelas.
Pero esa cumbre esotérica y mística, no fue un relato ni un chiste en un bar, fue una foto oficial en el Vaticano.
EL MEZCLADITO ME ENCIENDE
La mezcla y el mestizaje, son lo nuestro. No tanto el “crisol de razas”, metáfora algo ampulosa, como el fruto de un conventillo infinito y un conurbano efervescente de dolores y sueños. Basta ver a los viejos del Diego.
Mezcla de mezclas: Maradona es un napolitano canchero y un morocho con los rasgos de nuestros indios. En el orden que se prefiera. Por eso el efecto de reconocimiento que genera es movedizo y amplio, preciso y un poco inabarcable. De sangres, de clase, de gestos, de sueños.
Dice Francisco, también, que el Dios cristiano es un Dios mestizo, mezclado de humanidad hasta el tuétano. El Dios de la historia es un Dios encarnado en ella.
LA MANO DE DIOS
¿Cómo pasa que a un ser humano le terminan diciendo Dios? Hay una estela mágica que acompaña la vida de Maradona. Un óleo de Samuel que no es sólo genética sino también encarnación de un sueño de todos. Una brasa que se enciende, se quema y se consume desde el principio hasta el final. Hay señales, gracias y milagros, pero también hambre, decisión y audacia. En el Diez se conjuga la destreza total y el fuego pleno, desplegado y jugado. Un niño arrojado al mundo y un hombre enfrentado a la historia.
El Diego es puro presente porque siempre mira al destino a los ojos. Así encaró cada una de sus batallas decisivas, sus triunfos eternos y sus derrotas de pie. Los episodios que marcaron para siempre las historias de vidas, las memorias familiares y las leyendas populares.
¿Qué estabas haciendo en el gol del Diego a los ingleses? Hagan esta pregunta y escucharán historias geniales, llenas de detalles precisos y desbordadas de alegría. ¿Es quizás el momento más feliz de todo un pueblo? “Arranca con la pelota el genio del fútbol mundial”, fueron las palabras del relator de la banda oriental seis segundos antes del milagro. Un barrilete cósmico que atraviesa la historia, desafía al imperio y atraviesa corazones. La genialidad del que irrumpe y cambia el sentido de los acontecimientos con viveza y desborde de talento. “¿Con que lo hiciste Diego?, preguntó el periodista… “Un poco con la cabeza, y un poco con la mano de Dios”, respondió el pibe de oro mientras se convertía en D10s.
OPIO DE LOS PUEBLOS. Drogas y antimaradona
La droga es una contracara de la angustia, y la angustia es una señal de búsqueda. Una señal de nosotros mismos. El mismo Francisco dice que en el adicto se manifiesta una inquietud, un temblor de encuentro, una aspiración. Una vía tortuosa para conectar con el exceso que nos es propio y a la vez nos desgarra.
Cuando Marx llamó a la religión opio de los pueblos, no estaba simplemente hablando de la
alienación. Es posible escuchar de modo diferente esta frase: aquello en lo que los pueblos buscan descanso y evasión del dolor. Un más allá. Algo más. Otra realidad. Algunos señalan al fútbol como el nuevo opio de los pueblos. “Alienación” es la palabra que sigue esta acusación.
Los antimaradonas existen, y se revelan con frases relacionadas a estas dos cuestiones: “es un falopero” y “es sólo un jugador de fútbol”. Son las formas en que salta también algo que tiene que ver con lo antipopular y el ninguneo de lo que somos y podemos ser. No viene solo de los que desprecian a los pobres, sino también de los que dicen con superioridad y distancia como debería ser el pueblo. Al mismo tiempo, creen que nada bueno puede salir de este país.
Algo parecido pasa con el Papa.
SI JESÚS TROPEZÓ PORQUE ÉL NO HABRÍA DE HACERLO.
Cuando la gente ve la tapa de #FactorFrancisco con el Papa y Diego, a veces se pone incomoda. Muchos se deslumbran, les brilla la cara como reconociéndose en el abrazo. Pero cuando no quedan maravillados, es porque se ponen incómodos.
La impureza, el pecado, la mancha. Algunas graves, también, en el borde de lo inadmisible.
El redentor del cristianismo no es muy diferente. Lo acusaban de borracho y parrandero. Puede decir alguno: “pero no tenía pecado”. Sin embargo, vale recordar que las acusaciones que registran los Evangelios, no se referencian a una mera desprolijidad: “borracho y parrandero”, y andar con los impuros e impuras. Las imputaciones no eran referidas a los modales.
Es que la santidad cristiana no consiste en no caer. Tampoco en ser perfectos. Y mucho menos se relaciona con la pureza. Sobre esto último podría decirse justamente que “todo lo contrario”.
Ser santo, en términos cristianos, consiste en nunca dejar de intentar amar.
PUEBLO, REBELDÍA, REVOLUCIÓN, PUEBLO,
El barrilete cósmico, la fuerza de la tierra, la sangre empedernida, en algún momento se tatuó la piel con los símbolos de la rebeldía. Dejarse curar por Cuba fue también quedar al cuidado de Fidel. Y de ahí en más, acompañar los nombres y los hombres y mujeres que acá en Argentina y en América Latina nombran lo popular, ya no como identidad, sino como historia reconocida y opción política tomada.
Diego se manifestó peronista, para escándalo de lo que se escandalizan por lo obvio.
En el momento de salir de lo peor, también se reconstituye con los dolores y las levantadas, con todas las marcas en la piel. Los momentos decisivos son momentos de recapitulación. Y ahí toda la historia personal se recoge en presente y opción. Lo personal con lo colectivo se sintetizan en un reconocimiento que posiciona y abre. Pertenencia y enfrentamiento, con lo propio más que con otros.
Por eso el Diego con Néstor, con la marcha, con las madres y abuelas.
Es el Diego de Fiorito el de la Casa Rosada.
Alguno dirá: pero también con Menem.
La respuesta es: también.
La coherencia es un camino, no una intocabilidad.
LA CONCIENCIA DE REPRESENTAR: la patria entera, los sueños de todos y las piernas de los últimos.
Diego no sólo nos representa.
Nuestro pueblo ama en Maradona, además, la conciencia de representar.
La tarea y la voluntad, el gesto de cargarse a los otros sobre los hombros. Ya sea que se trate de sus compañeros de equipo o de los dolores por Malvinas, los que sean. O los desvelos de su papá y su mamá. O también, como cuenta esa anécdota con un joven jugador que había quedado paralítico. “Soy tus piernas”, le dijo al oído en un abrazo fraterno. Representar no como reflejo nada más. Sino como carga de dolores y sueños.
Por eso mismo, sus alegrías son retomadas como propias por millones. Sus caídas, pero sobre todo sus disfrutes, revanchas y sonrisas.
DESBORDE DE DIOS, valga la redundancia
Un pueblo que le llama a uno de los suyos, Dios. El pueblo te supera, se te va, entonces hay que gobernar lo ingobernable, para que el desborde encuentre un cauce.
En su modo de juego, en su vida expuesta, en su drama personal, en su fiesta compartida e interior, en el vínculo con cercanos y lejanos, en sus dichos.
En todo de Maradona hay Diego. Y Diego es desborde.
El día de su despedida, fue la palabra mas usada por los medios.
En ese caso, como sinónimo de descontrol, y como expresión de miedo. Incluso de barbarie, y violencia.
Pero el miedo al desborde anula toda posibilidad de encuentro con lo popular.
Especialmente desde quienes odian al pueblo. Pero también pasa que, si no se asume el desborde, todo encuentro con lo popular y toda pretensión de gestión, se neutraliza a sí misma como servicio al pueblo.
Hacer política, organizar liturgias –liturgia significa precisamente “servicio al pueblo”- implica tramitar el reconocimiento del desborde. Garantizar su posibilidad sin pretender controlarlo. Y darle cauce y espacio a la vez.
ARGENTINA UNIVERSAL, Argentina esencial: FRATELLI TUTTI
La intuición original de #FactorFrancisco es que en un punto, el Papa es un espejo y una pregunta sobre nosotros mismos. Y que es algo de nosotros en el centro del mundo. Incluso si ese centro del mundo está en ruinas. Más todavía.
Otra pista que nos orienta es que pueblo y dios son palabras -y realidades- reversibles. No por identidad, sino por encuentro. Por pacto de amor. En ese esquema, que constela nuestra historia y nuestra poesía, nuestros dolores y nuestros líderes, la esperanza de muchos y la valentía de tantos, Maradona es la paradoja, el nudo mágico, lo que desata y conjuga nuestras contradicciones.
El Papa y Diego. Dos argentinos concretos, universales cada uno a su modo y por su propio derrotero. Ninguno ajeno a la controversia ni a los límites.
Los dos hijos de un pueblo sufrido y corajudo, insistidor y resucitado.
Los dos con el pueblo en los labios, en el pensamiento y en la tarea.
Cada uno, un punto de contacto y un puente con la palabra que nombre el absoluto. Dios.
Y sobre todo, con una insistencia en mil idiomas y gestos, en abrazos múltiples y encuentros con todos. Con una consigna: Dios y el pueblo, ambos, no se cansan de perdonar.
Pero sobre todas las cosas Francisco, Dios y pueblo, y Diego, son todos ellos, entre el dolor y la fiesta, nombres de una apuesta de amor.
Por eso trabajamos con todo eso siempre presente, de la periferia al centro y de regreso, para que sean, esos nombres, lo que son: signo y recuerdo, advertencia y propuesta de que somos “fratelli tutti”, una patria de hermanos.
O sea: Factor Diego.