FRANCISCO Y LOS VIEJOS: MEMORIA, RAICES, FUTURO DE TODOS

 

 

Para hoy, 25 de julio, Francisco instituyó la Jornada Mundial de los Abuelos y los Adultos Mayores»

Los motivos son obvios, pero casi no hay figuras que atiendan – y mucho menos que honren- la figura de los mayores. 

El papa habla de los abuelos siempre y, ademas de hacerlo en primera persona y de manera positiva, y no como problema,  señala centralmente con tres cosas: Ser ancianos es el futuro de todos, los viejos y los jóvenes juntos son centrales, el cuidado de los mayores es fundamental para que nuestras sociedades sean dignas de ser vividas.

Recorremos estas ideas y compartimos el mensaje del Papa escrito para esta Jornada junto con otras intervenciones suyas en torno a esto, en un PDF, que se puede descargar haciendo click aca

QUE Vivan los abuelos y a cuidar y disfrutar la vida con ellos, todos.

 

 

 

FUTURO DE TODOS

“Aprender a “honrar” a los ancianos es crucial 

para el futuro de nuestras sociedades y, 

en última instancia, para nuestro propio futuro.”

Francisco

Francisco convocó para hoy, 25 de julio, la “Jornada Mundial de los Abuelos y los Adultos Mayores”. Es un modo de poner en el centro de la escena -de la Iglesia en particular y de mucha gente que pueda atender a sus palabras- algo que es continuamente corrido a los bordes, escondido, negado, incluso visto como un problema, un obstáculo o, en última instancia, un mal. La ancianidad, como la pobreza, aparece como una falla y a la vez una consecuencia, de un sistema que busca mostrar el goce inmediato y el consumo sin fin como lo único valedero.

 

Poner en escena a los mayores es un modo de incomodar ese fluir liviano y continuo que busca omitir el dolor, la escasez, el límite de lo propiamente humano.  

El Papa, además, cuando habla de esto, lo hace tan sagaz como franca e ilustrativamente, diciendo algo innegable: que él mismo habla como un anciano. Como un viejo, tal como lo dice el lenguaje coloquial -y el afectivo también, el de las familias-. La pasteurizada lengua de lo políticamente correcto y el ordenado imaginario tecno capitalista de la publicidad y la “utopía” falsa del capital tienen problemas con esto que es nuestro destino común.  

La vejez -y la muerte en última instancia- es el futuro de todos. Así lo dice Francisco en varias de las intervenciones que se refieren a este tema. Con esto, le recuerda a la prepotencia de “la juventud sin fin” que esa fantasía no se sostiene. Francisco no sólo actúa como ese Sócrates que se denominaba a sí mismo como “el tábano” que buscaba poner en cuestión y movilizar las preguntas de los antiguos. También, y sobre todo, actúa como una voz que trae un doble realismo. El de las periferias que vienen a denunciar el pensamiento central y centralizado, por un lado. Pero también el realismo de la misericordia y, teológicamente hablando, de la encarnación. 

No somos inmortales. Morimos. Somos cuerpos humanos, “caminantes de la misma carne humana”, como dice bellamente en Fratelli Tutti. La resurrección no consiste en una vida eterna por la eliminación de la muerte y el dolor. Por el contrario, consiste en el reconocimiento de la fragilidad de la vida, de la finitud, que lleva al cuidado y la ternura. Y al amor que, atravesando la muerte y nunca negándose, enciende la vida completa en la memoria y el reconocimiento de una plenitud que va más allá de toda herida. Pero a través de ella. Por eso, el cuidado recíproco, el reconocimiento de la fragilidad, la solidaridad y el gesto de estar juntos con los más débiles, el encuentro fraterno.

Con esto, tanto y tan poco, Francisco pone en forma lo mejor del mensaje cristiano con un lenguaje llano, con unos gestos que son a la vez práctica inmediata y señalamiento de un criterio y con unas líneas y criterios que, diciendo lo evidente, lo transforman, quizás, en la única voz mundial que desafía al núcleo imaginario -y mortífero- del capital tal como se expresa en la política y la cultura de este momento del siglo XXI.

 

MEMORIA, 

RAICES, FUTURO

Recordar es una verdadera misión para toda persona mayor: la memoria, y llevar la memoria a los demás. (…) sin la memoria no se puede construir; sin cimientos nunca construirás una casa. Nunca. Y los cimientos de la vida son la memoria.

Francisco, 

Mensaje para la Jornada Mundial de los Abuelos y los Adultos Mayores

Memoria, corporeidad real y arraigo: un ancla, un límite “plenificante” al futuro presente y al futuro de cada persona y de cada pueblo. Y de todos, al final. Francisco insiste en que es imposible proyectar un porvenir de justicia y solidaridad sin una vinculación con el pasado que compone las identidades locales, lo que da sabor propio. Es una resistencia al desarraigo y la homogeneización, a la unidimensionalidad que el capital propone en una vorágine de diferencias y momentos.

 

Es, para los rasgos de la vida y la convivencia, el equivalente de lo que la figura del poliedro es para la composición de lo común.

¿Cómo se componen las caras de ese poliedro del mundo y de la vida? La memoria de los pueblos, la sabiduría de los mayores, los símbolos de cada generación, son elementos fundamentales. Los viejos y las viejas en diálogo con otros, y todos, protagonizando el presente y construyendo el futuro, con un ancla en el pasado. Referencia temporal que es al mismo tiempo memoria de los mayores, historia -de dolores y heroísmo- de cada patria, y tesoro común de todos los pueblos.  

 

 

SOLIDARIDAD INTERGENERACIONAL 

El futuro del mundo reside en esta alianza entre los jóvenes y los mayores. ¿Quiénes, si no los jóvenes, pueden tomar los sueños de los mayores y llevarlos adelante? Pero para ello es necesario seguir soñando: en nuestros sueños de justicia, de paz y de solidaridad está la posibilidad de que nuestros jóvenes tengan nuevas visiones, y juntos podamos construir el futuro. 

Francisco, 

Mensaje para la Jornada Mundial de los Abuelos y los Adultos Mayores

 

El contacto de jóvenes y ancianos es una “recomendación”, un pedido y un llamado de Francisco desde el inicio de su papado (y, claro, desde antes también). 

La solidaridad intergeneracional es un concepto con el que insiste, pero que tiene, también ella, muchas aristas. Y diferentes implicancias. Lo que tienen en común todas es esto: tienen que ver con la vida concreta, con el encuentro, y son siempre tan inmediatamente posibles de ser realizadas, por cada uno y cada una, como trascendentales e históricas. Aristas e implicaciones del encuentro de viejos y jóvenes, propuestas de tal manera que rompen las dicotomías que paralizan y la reemplazan por la acción que contiene los polos tensos y puestos en si: son a la vez estructura y acción, espiritualidad y política, gesto personal y construcción colectiva, concreción inmediata y esperanza que abre el tiempo. 

 

En Laudato Si, presenta esto asociado directamente al gran drama de nuestro tiempo y nuestra generación histórica. Ahí lo plantea como una conciencia de que “el tiempo es superior al espacio”, y en relación a estas implicancias: que las decisiones sobre los recursos y los bienes no pueden ignorar que hay generaciones que dependen de ellos y justamente por eso deben ser contemplados y participados. También que la sabiduría de los mayores, de la tradición y lo que ya fue tiene un sentido que debe ser comprendido para dar continuidad y raíces al futuro.

Esa alianza entre los polos generacionales de cada sociedad que propone el Papa, ha de servir para guiar la toma de decisiones de quienes ocupan el centro de la escena en el ahora. Esto devuelve a los viejos un rol y una función, como referencia y fuerza. 

La vejez es inevitable, y los viejos son estratégicos.

Por eso mismo: esenciales.

 

 

LA LONGEVIDAD 

COMO DON

 

«No te apartes de la conversación de los ancianos, porque ellos mismos aprendieron de sus padres: de ellos aprenderás a ser inteligente  y a dar una respuesta en el momento justo»

 Eclesiastés 8

Todas las culturas, antes de ser tomadas por esa especie de demonio de la separación que es la matriz simbólica y los imaginarios del capitalismo, valoraron la longevidad. Los años como bendición.

A nuestra época le toca un desafío único, porque la ferocidad “juvenista” de la publicidad, la idolatrización de la juventud conjugada con el mandato de goce perpetuo y sin límites, coincide con la tendencia al envejecimiento de muchas sociedades, especialmente las más prósperas. Y por otro lado, con un “desenganche”, el mismo que Francisco llama crudamente descarte, que pretende eliminar las protecciones sociales al mismo tiempo que diseña las vidas de las nuevas generaciones sin un horizonte de cuidado para los mayores… que finalmente todos seremos. Justo con el vaciamiento del pasado y la eliminación de las raíces, la escena es catastrófica.

Ante esto, Francisco trae lo que tiene. El tesoro -en vasijas de barro- de la tradición bíblica y el mensaje crisitano: “En los días últimos, los ancianos soñaran y los jóvenes tendrán visiones” (Hechos 2,17 y Joel 2,28). Los años son bendición y los sueños de los mayores alimentan y hacen de contrapunto a lo que los jóvenes pueden ver. Así funciona un espíritu que vivifica un momento “último” (“los últimos días”, como dicen los Hechos de los Apóstoles, y el libro de Joel en el Antiguo Testamento). Días decisivos. Los nuestros, también. 

 

DEMOGRAFÍA 

Y CUIDADO 

La eliminación de los ancianos de la vida de la familia y de la sociedad representa la expresión de un proceso perverso en el que no existe ya la gratuidad, la generosidad, esa riqueza de sentimientos que hacen que la vida no sea sólo un dar y recibir, es decir, un mercado…Eliminar a los ancianos es una maldición que esta sociedad nuestra se inflige a menudo a sí misma

Card. Jorge Bergolio

El crecimiento de la población mundial -traccionada sobre todo por la periferia y el sur global- contrasta con el envejecimiento vegetativo prolongado y cada vez más agudo de Europa. La migración y la tensión en las fronteras es parte de esta tendencia. La exclusión y el desempleo, la pobreza y el descarte son su tónica recurrente en todas las variantes. Todo esto plantea desafíos a la dinámica en que se organiza la sociedad para resguardar, acompañar y cuidar a los ancianos. 

La pandemia agudizó esto, y a la vez lo puso de manifiesto. Las situaciones dramáticas de contagios en los asilos de ancianos demostraron que el modo en que las sociedades abordan este tema demanda un replanteo. La pandemia ha sido una gran desnudadora de nuestras debilidades, y de la desprotección en que un modelo de sociedad deja a los más débiles.

Así es que, también en el tema de los ancianos, Francisco insiste en la necesidad de incorporar el cuidado como paradigma y criterio. Integrar la vejez a la vida real y concreta de las familias, al diagrama de la sociedad y a otro lugar en los imaginarios. 

La invitación a los jóvenes -especialmente a los europeos- a que tengan hijos es parte de esta historia también. De lo que se trata es de salir de la fantasía fulminante de vidas centradas solo en la propia realización, un ensimismamiento del éxito que además de malvado es inviable. Pura angustia y desencanto.

 

RECOMENZAR:

PROTAGONISMO DE LOS VIEJOS 

EN PRIMERA PERSONA y

EL GESTO 

DE TODOS 

COMO CRITERIO 

Y ESTRATEGIA 

 

Ya no hay nada “privado” que no ponga en juego la forma “pública” de toda la comunidad. El amor por el “bien común” no es una fijación cristiana: su coyuntura concreta, ahora, se ha convertido en una cuestión de vida o muerte, para una convivencia a la altura de la dignidad de cada miembro de la comunidad. Sin embargo, para los creyentes, la fraternidad solidaria es una pasión evangélica: abre los horizontes a un origen más profundo y a un destino más elevado. 

Documento de la Pontificia Academia para la Vida

Muy probablemente el Pontífice argentino sea recordado como el Papa de la misericordia. Pero también, lo sabemos sus compatriotas, merecería ser recordado como un hombre sanamente astuto, incluso en su espontaneidad. Estratégico, digamos.

Del mismo modo que con la Jornada Mundial de los Pobres, el Jubileo de la Misericordia, la sinodalidad como criterio de construcción eclesial, sus encuentros con los ortodoxos y los islámicos, que con Laudato Si como síntesis de las preocupaciones principales del centro y la periferia, o con Fratelli Tutti como recapitulación de todo lo que la pandemia pone como exigencia y oportunidad… Al igual que tantas señales y “centros” que tira el Papa, la “Jornada Mundial de los Abuelos y las Personas Mayores” es una invitación cuyo destino depende de su recepción. 

Francisco la hace en primera persona, convoca a los ancianos a protagonizar, y a cada cual a escuchar su mensaje y plasmarlo, antes que en un proyecto, en un gesto.

En un instante. En un día.

Hoy, por ejemplo.

 

 

Descargar: PDF: Mensaje de Francisco para la Jornada Mundial de los Abuelos y las Personas Mayores, con material complementario del Papa y de la Academia Pontifica para la Vida.  
  • panen77